Del 23 de junio al 17 de agosto de 2023 disfruta de la exposición ‘Vanguardia burgalesa. Pintura y escultura‘ en el Monasterio de San Juan. Una propuesta que hace un repaso por la obra de diferentes artistas burgaleses de diferentes generaciones y estilos.
“DESDE EL AGUA DE GIVERNY Claude Monet pintó un tríptico de casi trece metros de largo cuando estaba al final de su vida, después de haber pasado meses estudiando el jardín acuático que él mismo había creado en su casa de Giverny. El anciano artista que necesitó toda su vida serlo, con dedicación plena aun a costa de todo lo demás, estaba cautivado por el efecto que la luz producía en la superficie del agua, cambiante en cada instante. Eran sus expertos ojos los que guiaban su mano, afortunadamente hábil hasta el último momento. Del mismo modo hasta el último momento estuvo en su mente el deseo de innovación, de crear siempre algo nuevo, de ser, sin saberlo, vanguardia. Y de esa dedicación febril, constante, intensa y sabia, nacieron las Ninfeas, esas maravillosas obras que llenan, envolventes, las parisinas paredes de L’Orangerie o alguna de las salas del Museo Marmottan, adelantando, a su manera, la exposición inmersiva, tan en boga en nuestros días.
Y desde entonces cientos, miles de artistas del último siglo y medio, con más o menos conciencia de ello, han bebido de esos lienzos de abundante pintura en los que el paisaje, deformado por la mirada, la inteligencia y la mano del artista, se hace tan etéreo como eterno. Que arranca con Monet y sus colegas impresionistas una nueva forma de entender el arte es algo que está casi unánimemente reconocido. Y que tras ellos el postimpresionismo fue el origen de las vanguardias históricas, también. Luego llegarían Picasso y su monumental labor, simultáneamente destructora y creativa; y los fauves, el expresionismo, la abstracción y tantos más. De París el centro viajó a Nueva York, y Europa, quizá desconcertada, tardó en entender que la pintura debía volver, que no estaba muerta. Porque por muerta se dio a la pintura a finales del siglo XX: nada más podía aportar. Y qué decir de la escultura que, desde que fuera deformada por Rodin y sus seguidores, había caído de su pedestal de monumento, convertida a lo largo del siglo pasado, por valentía de algunos y descaro de otros, en un continuo “todo vale”.
Pero los colores seguían siendo cartuchos de dinamita cargados de luz, como defendían los viejos fauvistas; la pintura, como apuntó Gris, continuaba cargada de posibilidades, y la investigación con los materiales permitía a la escultura una nueva vida. La vanguardia, mejor, “las vanguardias”, se fueron ramificando en miles de maneras de hacer, de entender la vida y, por tanto, el arte. Entre nosotros, en nuestra ciudad, era lógico que nacieran artistas. De modo consciente o no el arte, que nos rodea de manera abrumadora, vigilante y obsesivo desde la catedral, crea artistas, personas que no pueden escapar al impulso de la belleza. Es cierto que artistas hay en todas partes, porque pintar y esculpir es connatural a la especie, y que los individuos de la misma con dotes e inquietud, huyendo de la indolencia, manifiestan su capacidad allá donde están. Pero hoy, aquí, toca hablar de los nuestros, de quienes hacen arte siendo nuestros vecinos. Maite de la Parte ha tenido siempre debilidad por la abstracción, por el arte que “no refleja la naturaleza”, si es que esto es posible pues no hay más arte que el que nace de la percepción sensible del entorno.
Así, transitando ella misma con sus grabados por la creación abstracta, además ha mostrado elogiable y generosa inquietud por organizar muestras de la obra de sus colegas, sin atender a generaciones ni a etiquetas. Lo que pasa es que, y estoy seguro de que ella lo comparte, no vale con decir “abstracción burgalesa”, porque la realidad, tozuda, pide abrir el foco a toda la vanguardia, a lo coetáneo. Con la ayuda de José María Yudego, con la ventaja que da saber que la tierra era buena y la simiente de calidad, ha salido a cosechar y ha recolectado un buen número de obras de pintura y escultura que ha organizado en dos partes, atendiendo a si los artistas estaban o no presentes en la primera muestra que hace veinte años ella misma promocionó (algunos allí estábamos para ayudar en lo que se pudo) con idéntico título y fines. Veremos en la colección que acoge el monasterio de San Juan obras muy variadas, como corresponde a una miscelánea. Sorprenderán unas, inquietarán otras, ejercerán toda esa comunicación intangible que toda obra de arte establece. Y nos hablarán de vanguardia que, por sí misma, ya es futuro: porque, como decía el aforismo de Franz Marc, el futuro siempre da la razón a los creadores, pues estos crean el futuro. Bienvenidos al futuro. Porque no se trata de derribar el ayer de forma criminal, sino de hacer un mañana con obras dignas.
Texto de Ignacio González de Santiago